domingo, febrero 25, 2007

Fin de semana

De nuevo en casa. La propia. De la que debo la mitad al BBVA, pero que acepto como propia...

El jueves y el viernes hice un curso para Jazztel. Macros y formularios en Excel. Un favor, porque ya me dirás si vale la pena ir hasta Alcobendas por dos horas y teniendo en cuenta a lo que me pagan la hora. Pero fue un subidón de autoestima (que siempre viene bien). El jueves llegué tarde (me perdí) y además calculé mal la hora. Me disculpé, pero la de RRHH me dijo con muy mala baba: "Mañana llegarás a la hora ¿no?". Un momento de esos de no saber qué decir. Así que al día siguiente llegué un cuarto de hora antes... y me tocó esperar a mí. Allí llegó ella... a felicitarme. Que si le había gustado mucho a los del grupo, que soy muy comunicativa... y algunas lisonjas más...:) El problema es que no sé reaccionar. Porque en algún momento me comenta que están buscando un formador estable en la empresa y que buscan alguien con mi perfil... y sólo se me ocurre decirle "bueno, vale"... pero ni le doy el teléfono ni ná. Yo sólo pensaba en que ahora no me interesaba tener contrato (seré burra)

Luego directa para Barcelona. Si seré capulla... Sin permiso de conducir. Así que cada vez que me cruzaba con alguna patrulla pensaba: "yastá.. ahora me paran y se me cae el pelo...". Pero no. Llegué sin sobresaltos.

Y finde lleno de emociones y reencuentros.Pero eso da para un post entero.

viernes, febrero 16, 2007

Thomas Struth y las orquideas de Pablo Esgueva

La exposición de Thomas Struth en el museo del Prado vale la pena. Se mezclan de tal manera sus fotografías entre los cuadros que a veces pasan desapercibidas. Carmen Dalmau (una profesora del master, historiadora, del) organizaba una visita voluntaria, sólo con 15 alumnos. Interesante y polémica. La primera vez que unas fotografías entran en la pinacoteca.
Luego me acerqué a la escuela para ver la proyección de Orquídeas de Pablo. Aproveché para preguntarle si podía ayudarme con mi Mamiya, que no sé ni cómo se carga el carrete (aunque A. me ha pasado un manual que tiene buena pinta). La verdad es que Pablo es alucinante, siempre acaba diciendo eso de "hacer cosas sucias con la luz".
Antes había ido al IKEA a comprar una cómoda: MALM (en color blanco), porque tenía un montón de cajas y bolsas en el suelo de mi habitación. Me he pasado la mañana montándola (cuatro cajones son muchos cajones) y se me ha hecho tarde para ir a ARCO. Marques me pasó una entrada, válida a partir de las 12, pero creo que iré mañana...

sábado, febrero 10, 2007

Patricia

Hubo un día en que tuve tres sobrinos. A veces, esos sobrinos politicos llegan a ser más cercanos que los de sangre. Todo depende de lo que uno se implique. Marta, Patricia y Miguelito...
Marta tenía diez años cuando la conocí. Era una niña. Yo también, aunque un poco mayor. Ejercí de hermana mayor. Me buscaba cuando tenía algún problema, alguna decisión dificil de tomar o algún proyecto entre manos. Me contaba lo bueno y lo malo. Fui cómplice de sus problemas con sus padres, de su primera relación, de su primera regla, de su decisión de escoger la carrera... La echo de menos. La echo mucho de menos, Y sé que ella a mí también. A veces, miro a Lorena y veo a Marta. El otro dia, uno de esos días grises ( blue), se me acerca Lorena, me da un beso en la mejilla y me dice: "¿Estás triste?". Sí, seguramente estaba triste. Ayer, en una de esas cajitas llenas de fotos que no sé por qué abro de vez en cuando, encontré entre otras una foto de mi 31 cumpleaños. Con Marta. Con Patri. Con los padres de Albert.
Hoy he quedado con mis primas para ver el piso de mi prima más pequeña. Un piso pequeñito que se llenará de amor. Me da una envidia increible ver cómo mis primas construyen una vida llena de cariño con hombres que las han sabido querer (eso se nota... se siente... ). Mis primas pequeñas. Con las que me une un lazo especial, invisible, aunque no las vea en meses. Sabemos que nos miramos a los ojos y nos sale de manera natural el abrazo que igual no supimos dar en otros tiempos.
Después hemos ido a comer a un restaurante de Castellar (el Pérez). Cuando salimos, noto algo en la espalda. Me giro. Y allí estaba Patricia. Más grande. Guapísima como siempre. Y me da un abrazo. Y se pone a llorar. No llores, mi niña, que me vas a hacer llorar a mí. No nos hemos dicho nada, apenas nada. Ella no hacía más que decirme cuánto se alegraba de verme, cuánto se alegraba de verme. Y llorar. Y yo no hacía más que secarle las lágrimas, mientras lloraba con ella.
Sé que esto no me pasa en Madrid.

Mi casa

Regresar. Uno sabe que está en su casa cuando le reciben ciertos olores, ciertos colores y ciertos sabores. Para mí es un trocito de paraíso. Un cuento de hadas construido a la medida. Se por donde van las tuberías de la calefacción, los cables de la luz, los desagües... Podría volver a dibujar cada una de sus espirales.


Puede parecer absurdo, o una pequeña obsesión, o quizás un exceso de materialismo. Pero cada una de las cosas que forman parte de esta casa, forman parte de mi historia. Como un coleccionista (de cualquier cosa...), yo acumulo objetos en los viajes, regalos de amigos, libros escogidos en algún momento concreto o recomendados por alguien, velas (aún conservo la que me regaló Rubén con olor a melón), candelabros (los de espirales me regaló Mariajo en Navidades, el que me trajo Jose de Marruecos con forma de serpiente, o los que me regaló con la bandera mexicana...), pinceles de la China, instrumentos de música traídos de sitios de lo más exótico (un violín de la India que me regaló Basurte, flautas de lo más diverso, un palo de lluvia... o esa campana tibetana que estuve una mañana entera en un mercadillo tibetano en Portree, buscando el sonido que nos gustase a los dos...)



Sí, sé que esta casa tiene demasiadas cosas. Pero es que a veces la vida se nos llena y eso nunca es demasiado.

Se nos llena de fotos y de recuerdos. Hoy encontré un album del viaje a Hungría. Guardé algunas fotos. Una con mi primo en un torreón en Brno (seguro que él se acuerda de si fue o no exactamente Brno), una de Albert subido a un cochecito de madera, con la cámara colgada, la misma cámara que ahora utilizo yo para el B/N, una de grupo, saliendo de Girona, otra del grupo llegando a Plzen... Me veo tan extraña en esas fotos. Con unas gafas enormes y el pelo larguísimo...





Volver a casa. Si pudiera llevármela así, tal y como está, a algún rinconcito de Madrid... lo haría ahora mismo. Aunque dicen que tu casa está donde te sientas bien.
Y hoy hablaba con mi madre (esa mujer de ojos azules que me compra flores siempre que vengo y me llena el frutero de madera con aguacates, piña y plátanos...y me mira con cariño pero contenta, aunque yo ahora viva lejos, porque en realidad me siente más cerca)... hablamos de Madrid, de mi nueva vida, de A., de Alb, de esta casa... de qué voy a hacer con esta casa. Pero es que es verdad, que no es una casa ni para vivir con niños (que un día llegarán), ni para hacerse mayor (que un día me haré, más). Sé que esta casa llegó en el momento en que la necesité. Sé que un día desaparecerá.. cuando ya no la necesite.
De momento, le voy a hacer fotos, para empezar a tener ese "book" de interiores que quiero hacerme... (éstas son muy malas.. que me falta una estilista, y quitar cosas de en medio, y poner filtros donde toca, y corregir algunos reflejos, pero uno se hace la idea de por qué me siento tan bien en esta cuevita)

martes, febrero 06, 2007

Proyectos

Hace días hablé en un post de un proyecto que se "importa" a los madriles. Ya tiene página web: Slideluckpotshow en Madrid
Luego están los otros proyectos, los propios y personales. Y estoy animada. Es que es necesario eso de salir a la calle decidida, porque las ideas no siempre te vienen a visitar a casa... :)
Algo para visitar (sin salir de casa): La Virtual Lens Plant. Para ver el proceso de fabricación de lentes...

sábado, febrero 03, 2007

Viernes, dos de febrero de 2007. El momento decisivo

QUIERO SER FOTÓGRAFA. Ahora lo sé. Un día Pepeillo (ese niño grande que está a punto de irse a vivir con un novio, y me confiesa que está muerto de miedo) vio en mis ojos (él utiliza las cartas, pero yo sé que mira en mis ojos) que habría un día en que me daría cuenta de mi verdadera vocación. E iría a por ella. Y lo conseguiría. Es un auto de fe. Lo sé. Pero uno debe luchar por aquello en lo que verdaderamente cree.
Rabel. Mi niña artista. Mi hermana. Mi otro yo. La niña que miro, con sus miedos, con sus inseguridades, con su necesidad de ser amada y de amar. Y me veo a mí misma. Y me sonrío, porque una se mira al espejo y se ve bonita en la otra. Y veo en sus ojos el brillo de los míos. Y cuando me mira y me dice que se arrepiente de haberse dejado la cámara arriba, en la habitación, porque me haría ahora mismo una foto para dejar fija mi mirada, sé que está cerca del autorretrato. Sé que siempre estará aquí. Aunque esté lejos. Y entiendo a A. cuando me dice que le da envidia esta amistad que cree que sólo es posible entre mujeres. Pero no. Es una amistad que es posible entre personas, con un nivel de complicidad similar al nuestro. Y no me importa que los demás no lo entiendan, o que un tipo me diga en el messenger: "... pero tú... ¿eres lesbiana?". Pues no. No lo soy. Pero hay mujeres que no puedo evitar querer.
Y Gabriela, que una gripe no le ha dejado compartir una borrachera con el resto de compis (he echado de menos que te subieras a una barra y nos bailaras desnuda como prometiste a Marques y a mí la última vez....!!!!!.... ;) ). El otro día hablando con ella vi la luz al final del túnel. Sí, niña... quiero "provocar" el momento decisivo... ese en que un día podremos decir: "... éste fue el día en que le hice un corte de manga al puto destino...."
Rebusqué en el pasado. Encontré fotos de Albert, de Juan, de Montse, de Edu, de Sergio...en la nueva pagina de la AEB. Lo vi mayor ... (qué mayores nos hemos hecho, mosmi....). Lo sentí solo, lo sentí triste... (aunque a Lola le haya dado muy mal rollo su foto, y me diga que de buena me libré...). A ratos te echo de menos... Ya no recuerdo tu voz. Ni la manera en que te tocabas la nariz, ni tu risa... ni recuerdo tus manos,ni tus dedos cabezones... No es verdad. Todo eso sí lo recuerdo. Pero no recuerdo tus besos. Ya no recuerdo tus besos. De verdad que no los recuerdo. Debe ser que he dado tantos después de los tuyos, que olvidé tu sabor.
Me llamó Lidia. El día siguiente de pensar en ti, siempre aparece ella. Voy a acabar teniendo fe en esas casualidades extrañas...

jueves, febrero 01, 2007

Este blog no acepta...

... comentarios anónimos, ni de desconocidos, ni golpes bajos (los que hacen crecer son los golpes altos...)

El que quiera llamarme borde, que lo haga.
El que quiera llamarme cotilla (¿?, flipo que lo diga alguien que por lo que visto lleva "cotilleando" en mi vida más de dos años) que lo haga.
El que quiera decirme que "he abandonado proyectos" (y me lo argumente), que lo haga.
Pero que tenga la valentía de decir quién es.
Punto pelota.
El blog es mío. Y pulpo no es un animal de compañía.

Los momentos decisivos

Yo todavía no entiendo porqué determinados libros, determinadas músicas o determinadas personas llegan a tu vida en determinado momento. A veces siento que mi abuela me hace mirar en determinada dirección para que yo vaya encontrando las cosas que tengo que encontrar. Sé que es una explicación mística, pero a mí me gusta pensar en mi abuela y es una manera de no olvidar sus manos grandes, su pelo, sus ojos, su sonrisa... y la manera que tenia de acariciar mi pelo y decirme "qué bonita eres"....
Hoy, buscando una dirección por Luchana, me encontré con una librería. Una de esas librerías viejas, con libros de oferta. No puedo evitarlo. Y rebuscando, cae en mis manos un libro con un título prometedor: "Los momentos decisivos". Me viene a la cabeza Cartier-Bresson. Pero es un libro que habla de memoria, de la de nueve testigos del S.XX y también de ese "momento decisivo" en la vida de cada uno de ellos. El momento en que te das cuenta que le puedes dar un giro al destino.
De momento, me quedo con el prólogo, de Felipe Benítez Reyes, que os transcribo.

Un experimento con el tiempo
Como en todo juego de azar, el rumbo de una vida puede cambiar en un instante. Se trata de una posibilidad esperanzadora pero tambien terrible: el imprevisto punto de inflexión, la falla repentina, la dislocación de un destino.
Las conjugaciones de la casualidad resultan caprichosas e insondables: el hecho de estar en una calle determinada, en un día determinado, a una hora determinada, puede proporcinarnos una muerte ridícula o una fortuna en forma de trivial de boleto de lotería, puede abocarnos a un amor o a un atraco, a un encuentro decisivo o a un desencuentro igualmente decisivo con respcto a ... no sabe uno qué.
El rasgo distintivo de todo lo existente es su monotonía, escribió Nabokov. El sosiego tal vez no sea más que la intersección del tiempo en la nada, y en ese sosiego rutinario suele transcurrir la vida, hasta que, de repente, sin aviso ni señal, el vivir se convierte en aventura, y nos quedamos sorprendidos, y nos preguntamos cómo puede estar ocurriéndonos lo que está ocurriéndonos, y algo se altera para siempre muy dentro de nosotros.
(...)
La memoria es una rara posescion: nos pertenece, pero no somos dueños de ella. Tiene su mecánica propia: nos hiere, nos conforta. Está por encima de la voluntad.
Pau Arenós ha llevado a cabo un experimento con el tiempo, que es sustancia volátil. El resultado no puede ser más fascinante: demostrar la rara esencia del tiempo y de la memoria, valga la relativa redundancia. Demostrar la rara esencia de cualquier vida, hecha de momentos dispares ue finalmente forman un dibujo abstracto: el de un magma ardiente, vuelto materia sólida en ese imparable fluir, en este enigmático y melancólico paso de nuestra conciencia por el mundo.