Los momentos decisivos
Yo todavía no entiendo porqué determinados libros, determinadas músicas o determinadas personas llegan a tu vida en determinado momento. A veces siento que mi abuela me hace mirar en determinada dirección para que yo vaya encontrando las cosas que tengo que encontrar. Sé que es una explicación mística, pero a mí me gusta pensar en mi abuela y es una manera de no olvidar sus manos grandes, su pelo, sus ojos, su sonrisa... y la manera que tenia de acariciar mi pelo y decirme "qué bonita eres"....
Hoy, buscando una dirección por Luchana, me encontré con una librería. Una de esas librerías viejas, con libros de oferta. No puedo evitarlo. Y rebuscando, cae en mis manos un libro con un título prometedor: "Los momentos decisivos". Me viene a la cabeza Cartier-Bresson. Pero es un libro que habla de memoria, de la de nueve testigos del S.XX y también de ese "momento decisivo" en la vida de cada uno de ellos. El momento en que te das cuenta que le puedes dar un giro al destino.
De momento, me quedo con el prólogo, de Felipe Benítez Reyes, que os transcribo.
Un experimento con el tiempo
Como en todo juego de azar, el rumbo de una vida puede cambiar en un instante. Se trata de una posibilidad esperanzadora pero tambien terrible: el imprevisto punto de inflexión, la falla repentina, la dislocación de un destino.
Las conjugaciones de la casualidad resultan caprichosas e insondables: el hecho de estar en una calle determinada, en un día determinado, a una hora determinada, puede proporcinarnos una muerte ridícula o una fortuna en forma de trivial de boleto de lotería, puede abocarnos a un amor o a un atraco, a un encuentro decisivo o a un desencuentro igualmente decisivo con respcto a ... no sabe uno qué.
El rasgo distintivo de todo lo existente es su monotonía, escribió Nabokov. El sosiego tal vez no sea más que la intersección del tiempo en la nada, y en ese sosiego rutinario suele transcurrir la vida, hasta que, de repente, sin aviso ni señal, el vivir se convierte en aventura, y nos quedamos sorprendidos, y nos preguntamos cómo puede estar ocurriéndonos lo que está ocurriéndonos, y algo se altera para siempre muy dentro de nosotros.
(...)
La memoria es una rara posescion: nos pertenece, pero no somos dueños de ella. Tiene su mecánica propia: nos hiere, nos conforta. Está por encima de la voluntad.
Pau Arenós ha llevado a cabo un experimento con el tiempo, que es sustancia volátil. El resultado no puede ser más fascinante: demostrar la rara esencia del tiempo y de la memoria, valga la relativa redundancia. Demostrar la rara esencia de cualquier vida, hecha de momentos dispares ue finalmente forman un dibujo abstracto: el de un magma ardiente, vuelto materia sólida en ese imparable fluir, en este enigmático y melancólico paso de nuestra conciencia por el mundo.
Hoy, buscando una dirección por Luchana, me encontré con una librería. Una de esas librerías viejas, con libros de oferta. No puedo evitarlo. Y rebuscando, cae en mis manos un libro con un título prometedor: "Los momentos decisivos". Me viene a la cabeza Cartier-Bresson. Pero es un libro que habla de memoria, de la de nueve testigos del S.XX y también de ese "momento decisivo" en la vida de cada uno de ellos. El momento en que te das cuenta que le puedes dar un giro al destino.
De momento, me quedo con el prólogo, de Felipe Benítez Reyes, que os transcribo.
Un experimento con el tiempo
Como en todo juego de azar, el rumbo de una vida puede cambiar en un instante. Se trata de una posibilidad esperanzadora pero tambien terrible: el imprevisto punto de inflexión, la falla repentina, la dislocación de un destino.
Las conjugaciones de la casualidad resultan caprichosas e insondables: el hecho de estar en una calle determinada, en un día determinado, a una hora determinada, puede proporcinarnos una muerte ridícula o una fortuna en forma de trivial de boleto de lotería, puede abocarnos a un amor o a un atraco, a un encuentro decisivo o a un desencuentro igualmente decisivo con respcto a ... no sabe uno qué.
El rasgo distintivo de todo lo existente es su monotonía, escribió Nabokov. El sosiego tal vez no sea más que la intersección del tiempo en la nada, y en ese sosiego rutinario suele transcurrir la vida, hasta que, de repente, sin aviso ni señal, el vivir se convierte en aventura, y nos quedamos sorprendidos, y nos preguntamos cómo puede estar ocurriéndonos lo que está ocurriéndonos, y algo se altera para siempre muy dentro de nosotros.
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La memoria es una rara posescion: nos pertenece, pero no somos dueños de ella. Tiene su mecánica propia: nos hiere, nos conforta. Está por encima de la voluntad.
Pau Arenós ha llevado a cabo un experimento con el tiempo, que es sustancia volátil. El resultado no puede ser más fascinante: demostrar la rara esencia del tiempo y de la memoria, valga la relativa redundancia. Demostrar la rara esencia de cualquier vida, hecha de momentos dispares ue finalmente forman un dibujo abstracto: el de un magma ardiente, vuelto materia sólida en ese imparable fluir, en este enigmático y melancólico paso de nuestra conciencia por el mundo.
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