El jueves después de la clase de Carlos de Andrés (un tipo extraño que aprovecha cualquier momento para diseccionar nuestros trabajos por simples y repetitivos a pesar de que los suyos son de lo más convencional), y aunque él propuso ir a tomar una cerveza juntos... nos fuimos María, Gabriela y yo. De lo más divertido. Acabamos hablando de tamaños (sí, las tías también hablamos en esos términos), de exs (el mío lo tengo un poco sobao, pero me libera cierta tensión hablar de lo capullo que fue conmigo), de lo hipocondriacas que podemos llegar a ser... :)
El viernes había una actividad en la escuela. En principio tenía que ser una conferencia sobre los años 80, pero finalmente se convirtió en la presentación de una carpeta de fotografias de un fotógrafo supuestamente conocido en Madrid. Me quedé con ganas de saber qué era el Colectivo 28, y qué podrímos sacar nosotros de su experiencia (andamos montando un grupo de fotografía la gente del máster... pero eso lo cuento otro día)
Luego habíamos quedado en casa de Jose (el portero) para cenar. Tiene una casa pequeñita decorada como un castillo, en el centro de Vallecas. Quedé con Lorena en EFTI a las 9 y media, pero hasta las diez y veinte no la localicé...
Finalmente llegamos a casa de José, que es un anfitrión increible... y nos pusimos hasta las "tetas"...Nos hizo canapés de pasta de hojaldre, camembert frito con mermelada de mora y pollo con una reducción de vinagre de módena y acompañado con calabacín relleno de carne y unas setas con sabor a madera. Sorbete de cava y brownie. Un vino que flipé: "Vizconde de Ayala". A ver si lo encuentro en la vinacoteca de Lloret cuando vaya a ver s Joselito... Un diez y medio pa mi niño...
El sábado fui con A. a Brihuega. La mayor virtud de este pueblito es justamente eso: el sabor a pueblo que tiene. Y una antigua fábrica de paños en proceso de destrucción, con unos jardines que vale la pena visitar, especialmente si te acompaña el sonido de la radio de la pareja que te cobra un euro a la entrada del jardín...
Luego fuimos a casa de unos amigos suyos que celebraban el primer cumpleaños de su hija. Por un momento me acordé de alguna tarde de domingo en casa de Natalia y Jordi, cuando el mejor tema de conversación era el color de la caca de su bebé, el número de veces que se habían levantado esa noche y lo que te cambia la vida que ya no tenían tiempo ni de ir al cine. La verdad es que ni me acuerdo del nombre de sus hijos. Aunque, sinceramente,esta visita fue mucho más leve.
Por la noche ... un espectacular eclipse de luna. Nos fuimos a Navacerrada, con bocatas incluidos y cámaras varias. El resultado aquí al lado, aunque quiero montar todo el proceso en una única foto. Hermosísima la noche, a pesar del frío. Y divertida. Eché de menos el telescopio de Carol y José... (espero que hayáis aprovechado la noche, niños!!!), pero también estuvieron aseguradas unas risas con A y sus amigos.
Y el domingo me fui con Vero a hacer fotos. Ella se llevó una cámara de gran formato y yo mi Mamiya. Se convirtió en que acabamos haciendo cuatro fotos...porque entre que montas, encuadras, te peleas con los planos de enfoque... en fin, que la cámara de gran formato acaba siendo un rollo, aunque es interesante el tema de la polaroid... Y la Mamiya... bueno, hubiera sido genial que además de que Pablo me hubiera enseñado a cargarla (que lo hizo, de hecho ya he puesto un par de carretes yo solita), me hubiera enseñado a "pasar" el carrete, que he hecho todas las exposiciones en una única foto... Eso sí, si la hubiese revelado el resultado sería espectacular...
Por la mañana estuvimos en San Chinarro, un barrio de Madrid de esos construidos a golpe de hormigón. Buscando un edificio que vi de camino a Alcobendas, me topé con este otro: un bloque de pisos de protección oficial, practicamente en medio de la nada. Luego comimos en un bar de tapas,rodeadas de fotos de toreros, rollo muy andaluz. Gambas a la gabardina y huevos rotos... Y por la tarde fuimos al parque del Capricho, que A. me comentó que era de los mejores parques en Madrid. No vimos mucho, porque nos pasamos la tarde debajo de un puente, fotografiando una maleta, un perro, un tipo que hacía que escalaba y el vestido rojo de Vero (ella se montó una película, con una caja roja donde se guardan los recuerdos).
Después la acompañé a su casa y tomamos un café (yo) y un mate (ella). Y conocí a su compañero. Me dio una envidia (insana) ver a un hombre enamorado. De esa manera en que no recuerdo que alguien se haya enamorado de mí.
Y eso me hace pensar en A. En mis miedos. En mis dificultades para volver a compartir la vida con alguien. En la conveniencia de las relaciones (me parece una palabra poco acertada, demasiado intelectualizada para hablar de sentimientos). Y me acuerdo de Mariajo, cuando me explicaba que mi relación con Albert era muy intelectual y poco emocional, y que hay que sentir y no pensar. Hoy me he vuelto a encontrar con fotos suyas en la web, en el cole donde trabaja. Empezó a trabajar en Castellbisbal (ese pueblo que me daba risa al pronunciarlo) justo el año en que nos separamos. Curiosamente, a él la separación le trajo mucha más estabilidad laboral... y a mí me ha dado más alas para mirar a más sitios. Ayer estuve hablando con Ernest de trabajo. De repente se me vuelven a abrir puertas en Barcelona. Necesito esa luz. Ahora necesito volver a ver luz.