sábado, febrero 10, 2007

Patricia

Hubo un día en que tuve tres sobrinos. A veces, esos sobrinos politicos llegan a ser más cercanos que los de sangre. Todo depende de lo que uno se implique. Marta, Patricia y Miguelito...
Marta tenía diez años cuando la conocí. Era una niña. Yo también, aunque un poco mayor. Ejercí de hermana mayor. Me buscaba cuando tenía algún problema, alguna decisión dificil de tomar o algún proyecto entre manos. Me contaba lo bueno y lo malo. Fui cómplice de sus problemas con sus padres, de su primera relación, de su primera regla, de su decisión de escoger la carrera... La echo de menos. La echo mucho de menos, Y sé que ella a mí también. A veces, miro a Lorena y veo a Marta. El otro dia, uno de esos días grises ( blue), se me acerca Lorena, me da un beso en la mejilla y me dice: "¿Estás triste?". Sí, seguramente estaba triste. Ayer, en una de esas cajitas llenas de fotos que no sé por qué abro de vez en cuando, encontré entre otras una foto de mi 31 cumpleaños. Con Marta. Con Patri. Con los padres de Albert.
Hoy he quedado con mis primas para ver el piso de mi prima más pequeña. Un piso pequeñito que se llenará de amor. Me da una envidia increible ver cómo mis primas construyen una vida llena de cariño con hombres que las han sabido querer (eso se nota... se siente... ). Mis primas pequeñas. Con las que me une un lazo especial, invisible, aunque no las vea en meses. Sabemos que nos miramos a los ojos y nos sale de manera natural el abrazo que igual no supimos dar en otros tiempos.
Después hemos ido a comer a un restaurante de Castellar (el Pérez). Cuando salimos, noto algo en la espalda. Me giro. Y allí estaba Patricia. Más grande. Guapísima como siempre. Y me da un abrazo. Y se pone a llorar. No llores, mi niña, que me vas a hacer llorar a mí. No nos hemos dicho nada, apenas nada. Ella no hacía más que decirme cuánto se alegraba de verme, cuánto se alegraba de verme. Y llorar. Y yo no hacía más que secarle las lágrimas, mientras lloraba con ella.
Sé que esto no me pasa en Madrid.

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Anonymous Anónimo said...

Es curioso, por decirlo así, cómo las rupturas conllevan otras pequeñas rupturas, muchas veces a las que no debería afectar, pero que sientes que en cierto modo ya no debes mantener esas relaciones. Aunque las eches de menos. Como si te obligaras a ser un extraño a tu pesar, porque es como se supone que debe ser.

11 de febrero de 2007, 10:57  
Anonymous Anónimo said...

Triste pero cierto.Parece que deberíamos tener un botón para que al apretarlo bloqueara nuestros sentimientos."No, a esa persona ya no la puedo o debo querer".Y seguir friamente hacia adelante.

12 de febrero de 2007, 19:30  
Anonymous Anónimo said...

Algunas personas tienen ese botón y bloquean sus sentimientos. "No, a esa persona yo no la tendré de compañero nunca más" y siguen fríamente hacia adelante.

13 de febrero de 2007, 21:37  

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