Más Gervasio

Lloré. A veces no puedo evitarlo. La fotografía valía la pena. La historia valía la pena. Las personas, a veces, valen la pena. Cuatro niños jugando en una calle cualquiera de Sarajevo, rodeados de francotiradores. En un proyecto nuevo, Gervasio vuelve a los mismos lugares, a hacer la misma foto diez años más tarde. El mismo sitio, con el mismo encuadre. Nos comenta que se pone a dar vueltas por Sarajevo con el coche, porque no encuentra el lugar, a pesar de la memoria visual que tiene. Cuando encuentra un sitio que se le parece, coge la antigua fotografía y llama a la puerta preguntando si ése es el lugar donde está tomada la foto. La niña que le abre la puerta le dice señalando la foto: "éste es mi hermano". Así que vuelve a tomar la foto con los mismos protagonistas, con diez años más de experiencias. Bonito ¿no?.
Y nos habla de su libro Vidas minadas, de proyectos personales en los que se implica, de dolores ajenos que hace suyos. ¿Qué se hace después con todo ese dolor acumulado?. Y habla de sus fotografías con nombre y apellidos, y edades, y datos...´"fulanito va a la universidad... menganita estudió derecho...pepito vino a España hace dos años"... Camboyanos, afganos, bosnios...los colores de piel cambian, aunque las guerras son todas las mismas.
Pero se le ilumina la cara casi tanto como cuando nos habla de su vida personal, de la mujer que le aguanta después de 23 años y de su hijo de 8 años. Porque uno tiene vida propia... aparte de todas esas vidas de ahí afuera.
Y llegar a casa y encontrármela llena de gente. Los compañeros de Lola del año pasado en su clase de francés, entre ellos Rafa y Gabriel. Unas risas, unos vinos, una ensaladilla rusa que estaba de muerte y un pastel de zanahoria...
Y para acabar bien el día, un mail de A. Hoy te eché de menos.