Navidad 2006
Se supone que la Navidad es esa época en que la familia se reúne. Se echa de menos a los que no están…. Y en algunas ocasiones se echa de más a los que se quedaron (pero eso es otro cuento).
Estos días tiré hacia el sur. Aunque cada día ando más convencida de que lo mío es el norte. Pero tenia ganas de ver a Julia… y a sus padres… y a sus abuelos, que, cosas del árbol genealógico resulta que son mis primos y tíos. La niña Julia. Tiene unos ojillos de esos que no puedes evitar sonreír cuando te miran. A pesar de que la sonrisa se vuelve un poco amarga, porque no puedes entender que precisamente ella tenga que vivir una enfermedad terrible. Sé que también se hará más fuerte. Y que todos la vamos a querer siempre un poquito de más… (que siempre está bien que te quieran de más, aunque sea para compensar los que te querrán de menos)
Y hablando de cariños… creo que cada día entiendo menos esto de la pareja. A veces siento un terrible alivio cuando no tengo que decirle a nadie qué pantalones ponerse, o recordarle que llame a su madre para su cumpleaños o preguntarle que qué le apetece comer… Si un día llega un tipo con ganas de quedarse a mi lado… por favor, que venga enseñadito… y que se compre una agenda.
Estos días, algo bonito ha sido recuperar especialmente a algunas amigas. A mi churrita, que la noto cada día más tranquila (qué bien le sienta esa estabilidad al lado de un tipo tranquilo que la quiere como se merece…), a Roser. que de vez en cuando nos perdemos la pista para luego recuperarnos… (las últimas fotos que me hizo… yo me lanzaba en parapente desde lo alto de una montaña…) , a Tere., que tengo ganas de darle un abrazo (la última vez que comimos juntas la llevé a un restaurante curioso en Rubí… pero nos supo a poco… cuántas cosas se nos quedan siempre en el tintero,)
Y finalmente pude hablar con Patxi….. me encantó una carta que me hizo llegar. Este hombre me trata como si yo fuera una artista…. Y el artista siempre ha sido él… Recuerdo el primer claustro que compartí con él.. en el que tildó al director de gilipollas, así, sin saltarse una coma… un tremendo: “a ti lo que te pasa es que eres un auténtico gilipollas”… y se quedó tan pancho. Luego compartimos risas y complicidades durante casi dos años. Y nos cambiaba humo de tabaco (que depositaba delicadamente en el departamento de informática) por caramelos (que siempre dejaba en el cenicero). Creo que esas son las cosas que me guardo en el bolsillo de los recuerdos.
Y evidentemente son días también de recordar a Albert. Y a su familia. Que un día fue la mía. Pero curiosamente cada vez echo menos de menos la comida de navidad (en que acabábamos en casa de su madre haciendo la comida, porque ella invitaba a todo el mundo pero luego no podía hacer la comida porque siempre andaba a rastras con su depresión de caballo), ni ir a buscar a su tía (¿cómo se llamaba aquella tía extraña que tenía hijos extraños y vivía en un piso extraño?), ni a jugar a la lotería (yo siempre acababa dormida en el sofá…). Sí echo de menos a Marta, a Patricia y a Miguelito… esos niños ajenos que siempre traté como sobrinos propios. A ellos sí que los echo mucho de menos.
El 30 de vuelta a Madrid. Paso por Córdoba a recoger a Lola. Por la noche viene Carlitos, que se viene conmigo a pasar el findeaño (a ver dónde acabamos el 2006…). Curiosamente, creo que él es el hombre que más me quiere… a pesar de no haberme querido nunca como un hombre… ;-)…
Estos días tiré hacia el sur. Aunque cada día ando más convencida de que lo mío es el norte. Pero tenia ganas de ver a Julia… y a sus padres… y a sus abuelos, que, cosas del árbol genealógico resulta que son mis primos y tíos. La niña Julia. Tiene unos ojillos de esos que no puedes evitar sonreír cuando te miran. A pesar de que la sonrisa se vuelve un poco amarga, porque no puedes entender que precisamente ella tenga que vivir una enfermedad terrible. Sé que también se hará más fuerte. Y que todos la vamos a querer siempre un poquito de más… (que siempre está bien que te quieran de más, aunque sea para compensar los que te querrán de menos)
Y hablando de cariños… creo que cada día entiendo menos esto de la pareja. A veces siento un terrible alivio cuando no tengo que decirle a nadie qué pantalones ponerse, o recordarle que llame a su madre para su cumpleaños o preguntarle que qué le apetece comer… Si un día llega un tipo con ganas de quedarse a mi lado… por favor, que venga enseñadito… y que se compre una agenda.
Estos días, algo bonito ha sido recuperar especialmente a algunas amigas. A mi churrita, que la noto cada día más tranquila (qué bien le sienta esa estabilidad al lado de un tipo tranquilo que la quiere como se merece…), a Roser. que de vez en cuando nos perdemos la pista para luego recuperarnos… (las últimas fotos que me hizo… yo me lanzaba en parapente desde lo alto de una montaña…) , a Tere., que tengo ganas de darle un abrazo (la última vez que comimos juntas la llevé a un restaurante curioso en Rubí… pero nos supo a poco… cuántas cosas se nos quedan siempre en el tintero,)
Y finalmente pude hablar con Patxi….. me encantó una carta que me hizo llegar. Este hombre me trata como si yo fuera una artista…. Y el artista siempre ha sido él… Recuerdo el primer claustro que compartí con él.. en el que tildó al director de gilipollas, así, sin saltarse una coma… un tremendo: “a ti lo que te pasa es que eres un auténtico gilipollas”… y se quedó tan pancho. Luego compartimos risas y complicidades durante casi dos años. Y nos cambiaba humo de tabaco (que depositaba delicadamente en el departamento de informática) por caramelos (que siempre dejaba en el cenicero). Creo que esas son las cosas que me guardo en el bolsillo de los recuerdos.
Y evidentemente son días también de recordar a Albert. Y a su familia. Que un día fue la mía. Pero curiosamente cada vez echo menos de menos la comida de navidad (en que acabábamos en casa de su madre haciendo la comida, porque ella invitaba a todo el mundo pero luego no podía hacer la comida porque siempre andaba a rastras con su depresión de caballo), ni ir a buscar a su tía (¿cómo se llamaba aquella tía extraña que tenía hijos extraños y vivía en un piso extraño?), ni a jugar a la lotería (yo siempre acababa dormida en el sofá…). Sí echo de menos a Marta, a Patricia y a Miguelito… esos niños ajenos que siempre traté como sobrinos propios. A ellos sí que los echo mucho de menos.
El 30 de vuelta a Madrid. Paso por Córdoba a recoger a Lola. Por la noche viene Carlitos, que se viene conmigo a pasar el findeaño (a ver dónde acabamos el 2006…). Curiosamente, creo que él es el hombre que más me quiere… a pesar de no haberme querido nunca como un hombre… ;-)…
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Feliz cambio de año con los tuyos, Fátima. Yo lo pasaré también en familia.
De cara a este nuevo año espero que ls semillita plantada este último año florezca. Ya te iré contando...
Feliz 2007
Koldo
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